Ayer me apareció en X algo que dijo Gregorio Marañón en 1929.
Gregorio Marañón fue un médico e investigador tochísimo de la época. Y en uno de sus libros decía:
En este sentido, y por lo que hace a los médicos es evidentemente ridículo el pretender que sigan usufructuando el cuidado de la salud humana por el hecho de interpretar los síntomas de los enfermos y de redactar recetas.
El médico, a lo sumo, sabe reparar una averia en el organismo del hombre. Pero esta tiene con el problema de la salud humana la misma relación secundaria, en su sentido filosófico, que el cambio de una bujía engrasada con la buena marcha de un automóvil.
No creo exagerada esta comparación. Porque no es menor el número y la complejidad de los factores que influyen en la higiene social. La herencia, el ambiente, los alimentos, la educación, la vivienda, el trabajo, la misma religión, las condiciones climatológicas; éstas y muchas más influencias actúan de continuo sobre la salud, forjándola o deshaciéndola, según los casos.
Y el médico, en realidad, no actúa sino sobre hechos finales y consumados, pudiendo, en los casos más brillantes, compararse su intervención a las modestas proporciones del calafateador de un casco que hace agua.
Si reconocemos esto, nuestra humildad tendrá una compensación inmediata.
“Mimimimi pero eso era en 1929, ahora los avances tecnológicos…”
Sí, ahora hay tecnología de última exageración. Es verdad. Y es muy útil para dos cosas:
-Para ver si hay daño y tomar decisiones con eso
-Para demostrar que los síntomas son reales y callar bocas
Pero si no hay daño… entonces ya está, la tecnología no nos aporta más a partir de ahí. Los síntomas sin lesión asociada se trabajan por otro lado.
Si no hay daño, los síntomas solo pueden mejorar con información.
Esto no es una afirmación a la ligera o una opinión. Es neurociencia, biología.
Ciencia y evidencia, pero sobre todo ciencia.
Ahora: lo interesante está en cómo integrar esa información en el día a día y que los síntomas vayan cambiando. Hay formas más o menos rápidas, formas más o menos duraderas.
La nuestra es la que llevamos trabajando cada día en consulta desde hace décadas, cuando “eso del cerebro” aún sonaba rarísimo. Ahora está de moda.
Se lo hemos tenido que contar a personas de 5 años y de 97. Ha funcionado en personas de 5 años y de 97.
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