A los seres humanos nos encanta complicarnos la vida porque sí.
Hacerte las uñas todas las semanas.
Colocar muchas figuritas por casa que acumulan polvo.
Usar una app para que te recuerde beber agua.
Usar bastones de monte.
¡Cómo que los bastones de monte! ¡Inés! Eso no me lo toques.
Jiji.
La única gente que he visto más radicalizada con algo son las de las copas menstruales.
Nadie supera a las de las copas menstruales.
Pues eso, qué bien los bastones para ir al monte, eh?
Evitan caídas…
Distribuyes un poco el peso para no cargar las piernas…
Ayudan a subir y bajar…
Una ayuda buenísima.
Como cuando un abuelísimo lleva bastón, que le evita caídas y le ayuda a moverse.
¿Sí?
¿Seguro que le ayuda?
¿O le genera dependencia y pierde libertad de movimiento?
Cuando cumples 90 años no es obligatorio empezar a usar bastón solo por tener 90 años.
Cuando pones un pie en una cuesta no es obligatorio empezar a usar bastones, aunque la gente sea pesadísima.
Usar bastones en el monte es como ir con muletas al monte.
Y si tienes condiciones físicas para ir, añadir una muleta porque sí no tiene sentido.
Y si no tienes condiciones físicas suficientes, pues vas haciendo monte poco a poco hasta que las tienes, por ejemplo.
Los bastones cambian la postura a más rígida.
Haces que el movimiento se tenga que reorganizar.
Generas dependencias.
Tuve esta discusión con un amigo, mientras él iba con bastones y yo no, bajando una cuesta.
Se resbaló y se sujetó con los bastones.
“¿Ves? Si no llego a tener bastones, me habría pegado un hostión”.
Bueno, o no. Si sabes caerte, no te pegas el hostión.
Para frenarte con los bastones, primero tienes que aprender a usar los bastones y después ya depender de ellos.
Primero te pones una traba, luego aprendes a usarla y luego agradeces la traba cuando te salva. Pero nunca fue necesaria.
¿No es mejor aprender a caerse, a equilibrarse, a configurar esos movimientos en tu organismo?
Sí, vale, es una opción, son gustos.
Pero te cuento esto para que tomes decisiones con conocimiento.
Porque cada vez que vamos al monte, alguno que nos cruzamos siempre dice:
“¿No lleváis bastones? Los vais a necesitar en aquella zona de arriba” y luego nunca es verdad, conocemos bien nuestro cuerpo y hemos aprendido a equilibrarnos en los resbalones.
Así que me apetecía hacer un poco de contra, que en verano me leéis menos y paso desapercibida.
Y por supuesto, ahora que he contado mi libro, con esa información toma la decisión que te dé la gana. Faltaría más.
Pero aprender a usar tu cuerpo y comprender cómo funciona es de las cosas más liberadoras que harás en la vida.
Porque tomarás decisiones con conocimiento de causa.
Si te interesa empezar a tomar mejores decisiones respecto a tu organismo, apúntate a la lista de correo en esta cajita: